– La Naturaleza: (el Madrid confinado 8) Camino de la Alcantarilla y Vereda del Cerro de Los Olivares y La Cueva de la Mora – Parque Regional del Curso Medio Del Río Guadarrama y su Entorno (Villaviciosa de Odón / Madrid)
– La Comida: Restaurante Mond (Avenida Príncipe de Asturias, 199 – Villaviciosa de Odón)
– La Música: Kalle Kalima
Bot´s intro
Mis clases, online y presenciales, de guirarra eléctrica, improvisación, armonía y análisis armónico me toman mucho tiempo durante la semana, se necesita mucha concentración, mucho ordenador y es prácticamente obligatorio estar en lugares cerrados.
Así que en cuanto surge una oportunidad dejo a un lado las clases online y presenciales en Lavapiés y me entrego a mi otra pasión: el senderismo.
Eso sí, la música y la guitarra me siguen con los artistas que me acompañan por los caminos que recorremos por España.
Más info:
https://profesordeguitarraelectrica.com
La Naturaleza
Una mañana gris, pero no demasiado fría, salimos de Madrid por la A-5 camino de Villaviciosa de Odón.
Nos desviamos para tomar la M-506 y un poco más adelante tomamos la salida hacia la calle Louis Braille (ya en Villaviciosa de Odón), por la que retrocedemos hasta llegar al aparcamiento que se encuentra cerca del puente sobre la M-506.
Este aparcamiento está en la intersección de las calles Velázquez, Rascafría y Cueva de la Mora y es origen de varias rutas del término municipal de Villaviciosa.
Cruzamos al otro lado del puente e iniciamos la ruta por el camino que se llama Avenida de Villaviciosa de Asturias y que se transforma luego en el Camino de la Alcantarilla.
El camino se interna casi recto en el campo hacia el encuentro con el río Guadarrama.
Rápidamente desconectas del bullicio de la autovía y la ciudad y te sumerges en la naturaleza.
Es una zona de cultivo y páramo aunque a la derecha hay una estupenda mancha de encinas que te acompaña a lo largo del recorrido.
Ahora mismo todo es verde debido a la abundancia de lluvias… ¡Una gozada!
Tras varios kilómetros alcanzamos el río Guadarrama que, para sorpresa nuestra, se encontraba tan alto que desbordaba en varios lugares. De hecho tuvimos que hacer un desvío porque el río había invadido el camino y no había manera de pasar.
Hasta poco antes de llegar al río el camino es llano y cómodo pero en las cercanías del Guadarrama empieza a romperse, claramente afectado por torrentes de agua.
Poco más allá, lo que era camino se transforma en una trocha paralela al río que permite deleitarse con la cercanía del agua, mucha agua, con la típica vegetación de ribera: jaras, juncos, zarzas, sauces enormes, fresnos, quejigos, chopos, enormes también, y alguna encina. ¡Un placer!
Una buena parte del recorrido que hicimos transcurre por lo que se llama Ruta 26 (de Villaviciosa de Odón a Móstoles) de la Red de Sendas del Parque Regional del Curso Medio Del Río Guadarrama y su Entorno.
La trocha que permite caminar paralelo al río es la Vereda del Cerro de Los Olivares y La Cueva de la Mora. Aquí, a pesar del barro, los charcos y la estrechez de la senda, se recupera un firme estable y cómodo.
Anduvimos un buen trecho junto al Guadarrama y cuando empezó a lloviznar decidimos que era buen momento para dar la vuelta.
El tiempo se fue estropeando, el día se oscureció aún más y se levantó un viento bastante fuerte.
Como la aplicación GPS que utilizamos nos permite ver cómo es la red de caminos en la zona que estamos, decidimos volver haciendo un recorrido diferente que, curiosamente, es la continuación de la Vereda del Cerro de Los Olivares y La Cueva de la Mora.
Por esta senda hay más fincas de cultivo y pudimos contemplar prunos y almendros ya en flor.
Lo que era llovizna empezó a transformarse en lluvia y el viento a arreciar.
Nos vimos envueltos en un tinglado metereológico que, aunque anunciado, nos obligó a cubrirnos, abrigarnos y apretar el paso para no ponernos como una sopa.
La Vereda del Cerro, cuando te separas del Guadarrama, recupera la anchura del Camino de la Alcantarilla con lo que, por lo menos, el suelo era firme. Eso sí, con charcos y barro por todos lados.
Este camino te devuelve de manera paralela al camino de ida y al mismo punto de partida.
Con la tormenta arreciando y la temperatura bajando conseguimos llegar finalmente al refugio del coche.
Un buen recorrido para otoño, invierno y primavera temprana. La ausencia de arbolado en casi todo el recorrido lo hace poco recomendable durante el verano.
La Comida
Intentamos comer en el centro histórico de Villaviciosa.
Tanteamos dos o tres sitios y, entre que no nos entraban bien por el ojo y que lo del aparcamiento se estaba convirtiendo en un horror, decidimos irnos para Madrid.
Cuando estábamos a punto de abandonar el pueblo, el Maps nos avisó de que teníamos un restaurante cerca y nos acercamos a ver qué tal.
El restaurante Mond, tiene apariencia de cafetería démodée de los años 80 (de hecho su denominación es cafetería-restaurante) pero es un sitio limpio, con techos altos, buena ventilación y con el detalle de separar las mesas con mamparas transparentes… Ideal para estos tiempos de pandemia.
Cuando nos sentamos nos dimos cuenta de que además lo regenta gente simpática y servicial con todo el aspecto de ser un negocio familiar.
Tienen menú (con muy buena pinta) pero no teníamos ganas de mucho comer y pedimos dos raciones: fingers de pollo y croquetas.
Sí, ya sé que eso no es comida en realidad, especialmente los fingers, pero es que nos lo vendieron muy bien: casero, recién hecho, nada de congelados, os va a encantar… ¡Y tenían toda la razón!
Los fingers, y mira que a mí el pollo ni fu ni fa, estaban estupendos. Finitos, con un empanado muy bien hecho, nada aceitosos, con su toque de perejil fresco, muy crujientes y poco salados.
Y las croquetas… ¡Las croquetas eran excelentes!
Con una bechamel finísima, un ligero toque de nuez moscada y pimienta, nada aceitosas, recién hechas (como los fingers) y con un envoltorio ligero pero crujiente y en el justo punto de fritura.
A los que nos gustan las croquetas sabemos que nos es fácil encontrarlas así en cualquier sitio.
Es muy posible que el resto de su carta siga el mismo camino. Estamos dispuestos a volver para comprobarlo.
La Música
Kalle Kalima, guitarrista finlandés, de Helsinki, es desde mi punto de vista alguien a tener en cuenta.
Tiene un impulso hacia delante en su manera de tocar que me parece muy atractivo y maneja el formato de trío, con bajo y batería, de forma magistral: sabe “cantar” la melodía claramente, acompañarse en medio de las líneas melódicas, incorporar bajos de apoyo, mover la dinámica arriba y abajo, etc.
Además, despliega un arsenal excepcional de recursos expresivos que maneja con total soltura.
A esto se añade su calidad como compositor y aglutinador de estilos e influencias, pero entregando siempre una idea estética claramente original y conectada con el siglo XXI.
Es un especialista absoluto en improvisación, tanto lingüística como libre.
Un músico fenomenal que empezó estudiando piano y se pasó luego a la guitarra. Estudió en la Sibelius Academy, en Helsinki, con Raoul Björkenheim y en la Hochschule für Musik “Hanns Eisler”, en Berlin, con John Schröder.
Ha trabajado con Tomasz Stańko, Carlos Bica, Marc Ducret y Simon Stockhausen entre otros.
Tiene una discografía tremendamente amplia, a su nombre y como colaborador.
Es el vídeo aparece con su trío Klima Kalima, junto a Oliver Steidle (batería) y Oliver Potratz (contrabajo).
¡GRACIAS POR ESTAR AHÍ!