– La Naturaleza: (el Madrid confinado 13) Por Colmenar de Oreja – Comarca de Las Vegas (Colmenar de Oreja / Madrid)
– La Comida: Restaurante La Parada (Calle del Arco, 34 – Colmenar de Oreja)
– La Música: Jesse Van Ruller
Bot´s intro
Dedico mucho tiempo a mis clases de guitarra eléctrica, armonía y análisis armónico a lo largo de la semana y, claro, en cuanto tengo oportunidad quiero reencontrarme con la naturaleza.
La música y la guitarra me ocupan muchas horas. Mucho ordenador, mucha concentración y demasiados lugares cerrados.
Y por supuesto, siempre que puedo aparco la guitarra eléctrica, mis clases de análisis armónico en Lavapiés, online y presenciales, y me sumerjo en mi otra pasión: el senderismo.
No obstante, la guitarra y la música siguen conmigo gracias a aquellos artistas que me acompañan en mis salidas al campo.
Más info:
https://profesordeguitarraelectrica.com
La Naturaleza
Una mañana de primavera, fresca y con amenaza de tormenta, salimos por la A–3 camino de Colmenar de Oreja.
A la altura de Villarejo de Salvanés nos desviamos por la M-404 dirección Belmonte de Tajo y luego, por la M-311, hacia Colmenar de Oreja.
Rebasamos el pueblo y dejamos el coche en la intersección de la carretera con la ruta que une el propio Colmenar con Belmonte.
La intención primera era ir desde allí a Belmonte pero, como acabábamos de estar en la Tahona de Belmonte para comprar pan, roscos de vino y sus deliciosos bollos de aceite, decidimos modificar el plan sobre la marcha y encaminarnos en sentido contrario, hacia Valle de San Juan.
Con respecto a lo que acabo de comentar de la Tahona de Belmonte merece la pena echar un ojo a esta entrada: https://profesordeguitarraelectrica.com/25-el-madrid-confinado-9-ruta-del-horcajo-comarca-de-las-tierras-y-huertas-del-tajo-belmonte-de-tajo-madrid/
Tomamos una pista ancha y cómoda, excelente para caminar. Buen firme, bien apisonado y, más allá de algunos charcos de las recientes lluvias, ningún inconveniente para la marcha.
Todo el camino fue entre campos de cultivo de cereal y viñedos, salpicados por olivos aquí y allá.
El campo está tan impresionante, de un verde tan luminoso, que es una experiencia muy gratificante caminar por él.
La mañana, aunque soleada la mayor parte del rato, era fresca y con una brisa deliciosa… Un placer enorme como pocos.
Disfrutando del sol, el silencio, el murmullo del cereal al moverse y el cielo que lo enmarca todo llegamos a una carretera.
Como no teníamos ningún rumbo consultamos la aplicación GPS para que nos mostrara caminos que recorrer.
Tomamos uno y lo seguimos hasta una bifurcación que conectaba con el camino de vuelta a Colmenar.
Al girar nos dimos cuenta de que se estaba organizando, a lo lejos, una tormenta importante (descargaría sobre Colmenar mientras comíamos).
Seguimos deambulando sin rumbo y disfrutando de la belleza del campo hasta que decidimos volver al coche.
Nos fuimos a comer a Colmenar (ahora lo comentaré) y luego, para bajar la comida, cogimos camino hacia Chinchón para tomar café.
Es un camino recto el que une los dos pueblos. Una senda agradable y tranquila que según vas llegando a Chinchón empieza a llenarse de almendros en los laterales… ¡Magnífico!
Todo está verde y con esa exhuberancia tan propia de la primavera.
Aunque todo el campo estaba espectacular lo realmente impresionante en esta escapada fue el cielo…
El cielo de Madrid, ya lo he comentado a menudo, es un espectáculo maravilloso en sí mismo pero en esta ocasión, plagado de nubes de tormenta, era aún más impresionante y bello si cabe.
El contraste del verde del campo con los muy diferentes tonos de blanco y gris y el azul del fondo se puede observar en las fotos (aunque las fotos nunca hagan justicia a la realidad).
El espectáculo te quitaba el aliento cada vez que lo mirabas… ¡Impresionante como pocas veces lo he visto!
Al final no tomamos café en Chinchón pero disfrutamos contemplando su plaza.
De vuelta a Colmenar nos tomamos el café y nos fuimos a descubrir su plaza mayor… No es tan tremenda como la de Chinchón pero no está nada mal.
Un pueblo interesante, este Colmenar de Oreja, al que volveremos a echarle otro tiento.
La Comida
Recalamos en La Parada sin ninguna referencia.
Estuvimos mirando las cartas de los diferentes bares y restaurantes de las cercanías y nos decidimos por este.
Acertamos porque es un sitio que merece la pena.
Más que un restaurante es un típico bar de pueblo que ha encontrado la forma, la coyuntura y la terraza para ofrecer algo más que cañas, vinos y raciones. El personal es competente, agradable y… gritón (como en todos los pueblos que rodean Madrid).
La terraza tenía todo reservado y nos despejaron una mesa en un rincón, junto a la máquina de los helados.
Fue un acierto porque al poco empezó a refrescar y luego a llover.
Comimos unas raciones abundantes, nada caras y bien cocinadas.
Magníficas las setas a la plancha y el pulpo a la gallega de las que dimos buena cuenta y rebañamos con unos excelentes molletes de pan candeal, y bien las habitas con jamón aunque les faltaba una vuelta más de rehogado.
Un helado de postre y a Chinchón a tomar café.
Un sitio recomendable al que volveremos porque salimos más que satisfechos.
La Música
Es el holandés, de Amsterdam, Jesse Van Ruller uno de los grandes referentes de la guitarra de jazz europea.
Un instrumentista de altísimo nivel y un pedagogo de muy reconocido prestigio.
Se mueve en el terreno del jazz clásico de influencia norteamericana aunque tiene una personalidad muy acusada que le distingue fácilmente.
Se inició en la guitarra con 11 años, estudió en el conservatorio de Hilversum y continuó sus estudios en la Miami University (Ohio).
Con 23 años fue el primer no americano en ganar el prestigioso premio Thelonius Monk, con un jurado en el que estaban Pat Metheny y John Scofield.
Tiene una discografía impresionante tanto como líder como colíder.
Ha trabajado con muchos músicos de primera línea (Christian McBride, Roy Hargrove, Dave Liebman, Stephane Belmondo), dirige sus propios proyectos y es profesor en el conservatorio de Amsterdam.
En el vídeo acompaña, junto a Thomas Bramerie (contrabajo), a ese fabuloso trompetista, fliscornista, batería y acordeonista que es Stephane Belmondo.
¡GRACIAS POR ESTAR AHÍ!