– La Naturaleza: Pinar y hayedo del Río Razón – El Royo (Comarca de El Valle y La Vega Cintora, Soria / Castilla y León)
– La Comida: Restaurante GB4 (Plaza Mayor S/N – Covaleda)
– La Música: Péter Cseh
Bot´s intro
Como mis clases de guitarra eléctrica, análisis armónico, armonía e improvisación, presenciales y online, me exigen mucho tiempo a lo largo de la semana, necesitan mucha concentración, silencio y me obligan, generalmente, a estar en lugares cerrados.
En cuanto surge la ocasión dejo mis clases de guitarra online y presenciales en Lavapiés y me zambullo en mi otra pasión: el senderismo.
Aunque eso sí, la música y la guitarra me siguen con los artistas que me acompañan por los caminos de España.
Más info:
https://profesordeguitarraelectrica.com
La Naturaleza
Salimos de Fuentetoba (Soria) una mañana de julio bastante calurosa.
Por la pequeña comarcal que sale del pueblo nos dirigimos a la N-234, que lleva a Soria capital si tomas a la derecha o hacia Burgos si la tomas a la izquierda.
Giramos dirección Burgos y poco después giramos a la derecha para tomar las SO-800 en dirección a El Royo.
En esta zona empiezas a acercarte al Parque Natural de Sierra Cebollera y se nota. Los montes empiezan a elevarse y la vegetación se concentra más.
Llegando a El Royo se continúa, atravesando este bonito pueblo, y la carretera se convierte en SO-820.
Pocos kilómetros después de salir del pueblo aparece la indicación que te lleva, por una pista forestal en bastante buen estado, a la Cascada del Chorrón.
Toda esta zona es un lugar clásico de baño, en el río Razón, para los que residen en las cercanías.
Tomamos la pista y avanzamos hasta un aparcamiento que está poco después de rebasar la cascada. Hay otro aparcamiento 3 o 4 kilómetros más arriba, el inicio de la ruta, pero decidimos quedarnos en este y llegar al inicio de la ruta a pie.
El camino es firme y se anda bien por él. Como hay mucha humedad no hay exceso de polvo.
A esta hora de la mañana, aunque el día amenaza calor, corre un aire fresco que permite disfrutar de la belleza de un entorno verde donde abunda el pino albar y el roble… Las hayas, tejos y tilos están más escondidos.
Llegamos al segundo aparcamiento y nos adentramos en el frondoso bosque de pinos por el camino de la izquierda.
El camino se hace más estrecho y hay mucha más sombra.
Según se avanza, el bosque se va espesando y se hace más húmedo. Empiezan a aparecer las primeras manchas de hayas en zonas umbrías, pedregosas y por donde corre el agua.
El camino empieza a ascender y se convierte en más irregular.
Empieza a intuirse que las hayas que nosotros contemplamos se extienden, convirtiéndose en algo mucho más grande, a lo largo de las impracticables laderas.
Seguimos subiendo y el pinar empieza a alternarse con el hayedo.
Como indicaba la ruta que estábamos siguiendo, en un momento dado el camino desaparece.
Lo que no decía el autor de la ruta es que desaparece en el punto más conflictivo: cuando la senda se empina realmente y todo está lleno de grandes ramas rotas y pequeñas ramitas que te impiden avanzar.
Es un trecho de poco más de un kilómetro pero, por la inclinación de la ladera y lo inestable del suelo, se convierte en todo un desafío.
Como nos apetecía completar la ruta, apretamos los dientes y tiramos para arriba.
Finalmente, y unos cuantos litros de sudor después (a esa hora ya apretaba el sol), llegamos al punto en el que se retoma la pista forestal. Ahí empezamos a descender.
En total habíamos subido 1.224 metros (algo que el autor de la ruta tampoco decía).
El descenso, por la pista forestal, permite adentrarse en el hayedo y darse cuenta de como el haya va ganando terreno al pino.
Reseñar el hecho de la pista forestal es para aprovechamiento maderero y eso implica que es ancha. Con el calor que ya hacía era necesario buscar la sombra siempre que era posible.
Intentamos seguir las indicaciones para encontrar el famoso tilo de 800 años que está escondido en algún lugar pero, por mucho que deambulamos por el bosque, no conseguimos dar con él.
El camino de vuelta fue cómodo pero caluroso.
Con el sol pegando fuerte llegamos al aparcamiento y nos sentamos a comer sobre la hierba, a la sombra de un roble enorme.
No es esta una ruta fácil y requiere, desde luego, buen calzado, agua y un fondo físico suficiente que te permita subir 1.200 metros por caminos bastante irregulares. En época de lluvias esos mismos caminos pueden ser bastante más complicados.
La Comida
Aun teniendo un nombre extraño, GB4, es un sitio bastante clásico: una pequeña terraza en la calle y un bar alargado que atraviesas para subir una escalera que te lleva al comedor en el primer piso.
Es una sala luminosa atendida por una camarera encantadora que te hace sentir a gusto nada más sentarte.
Una vez conseguimos que nos bajaran el volumen de la televisión empezamos a disfrutar.
Los comensales son esencialmente del pueblo. Quizás hubiera algún extraño más, a parte de nosotros, pero casi todos, por el trato y la conversación, eran gente del lugar.
Pedimos el menú: cardo en salsa de tomate con almendras, carrillera con reducción de Pedro Ximénez, costillas de cerdo al horno, mousse de limón y melón. Todo rico, bien cocinado con buenos ingredientes y bien servido.
Un menú no demasiado barato pero equilibrado en cuanto a cantidad, calidad y precio.
Muy recomendable.
La Música
Es Péter Cseh un joven guitarrista húngaro realmente atractivo.
Su lenguaje es deudor de las ideas clásicas del jazz norteamericano pero posee suficiente personalidad para trasladar todo a un terreno bastante original.
Posee el Premio Junior Prima y por dos años consecutivos fue miembro de la banda que ganó el primer premio en el MÜPA Jazz Showcase.
Por el gran número de formaciones en las que participa se ve que es un músico muy activo.
Tiene, con su quinteto y sus propias composiciones, un disco llamado In Between.
No he podido reunir más información porque en las redes todo lo relacionado con él, su origen, su edad o su formación es muy poco, más bien nada.
Eso sí, hay mucho material musical suyo en vídeo que, en realidad, es lo importante.
En este vídeo viene acompañado por dos habituales: Márk Miskolczi (contrabajo) y Ambrus Richter (batería).
¡GRACIAS POR ESTAR AHÍ!